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A SALVO

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Salida para el gran viaje. Salvador Dalí.
Salida para el gran viaje. Salvador Dalí.

Marchemos; que un mismo anhelo nos anima a entrambos.

Tú serás mi guía, mi señor y mi maestro.

 

Dante

 


Leyendo La Divina Comedia me convenzo de que es la poesía quien salva a Dante y que es ese el secreto que viene a contarme con su libro. Poesía representada por Virgilio que lo lleva de la mano apartándolo del camino de los muchos vicios del infierno y aligerando su frente de pecado y penas que pesan y retrasan la escalada del purgatorio. Virgilio está siempre allí, como guía amorosa de este pesado viaje; sin su palabra certera, que advierte, instruye y consuela, el paraíso, para Dante, habría sido sólo una quimera.


Así, la palabra de Virgilio dio consuelo y ánimo para que el miedo de Dante no hiciera desmayar su corazón, logrando que el temor trocara en anhelo. Pero también supo herir cuando era necesario, por ello Dante la compara con la lanza heredada por Aquiles de su padre Peleo, que tenía la virtud de curar con su segundo golpe la herida producida por el primero.


Y como salvavidas lanzado por las manos del poeta, la poesía me salva a mí también...


Hay poetas que me salvan retándome a ser buena, a permitir que sea la bondad quien informe mis pasos. No exagero diciendo que me retan, es cierto, la bondad es asunto de verdaderos valientes.


Lo que hay que ser es mejor

y no decir que se es bueno

ni que se es malo,

lo que hay que hacer es amar

lo libre en el ser humano,

lo que hay que hacer es saber,

alumbrarse ojos y manos

y corazón y cabeza

y después, ir alumbrando.


Andrés Eloy Blanco


Hay poetas que me salvan haciendo que me olvide de mí misma, que deje a un lado mi acicalado ego, el cual trajeo con esmero cada día, para observar el dolor, la pena, la agonía.


Era mi casa un arca verdadera

por el bíblico amor con que se ungía:

de allí la mano pobre y fiel salía

a socorrer la mano pordiosera.

 

Trémulos sauces altos y en hilera

santiguaban el pan de cada día;

un pozo de Jacob también había

para la sed, no importa de quien fuera.

 

En su pretil de cal, en su cimiento,

la niebla dirigida por el viento

oficiaba de místico incensario.

 

Luego mi casa por el campo iba

como una errante lámpara votiva

sacada de algún templo solitario.


Elio Jerez Valero


Y hay poetas que me salvan recodándome que no todo está perdido, que la esperanza es también una opción.


Somos como un caballo sin memoria,  

somos como un caballo 

que no se acuerda ya 

de la última valla que ha saltado.  


Venimos corriendo y corriendo 

por una larga pista de siglos y de obstáculos.                    

De vez en vez, la muerte...

                                                ¡el salto! 

y nadie sabe cuántas  

veces hemos saltado 

para llegar aquí, ni cuántas saltaremos todavía 

para llegar a Dios que está sentado 

al final de la carrera... 

esperándonos.


León Felipe


Eso es, para mí, la poesía: misterio de belleza revelándose, reflejo de la Divinidad… Y al llegar al paraíso, la poesía se hace también en nosotros y el maestro redunda, por ello Virgilio se queda a sus puertas, permitiendo así el divino encuentro.


Tengo un templo escondido

entre pecho y espalda,

cada mañana entro en él

y me hinco.


Pia Sánchez

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