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La piedra que era Cristo

Miguel Otero Silva

Editorial La Oveja Negra

Bogotá, Colombia, 1984

09

La Piedra que era Cristo

 

Para los venezolanos, Miguel Otero Silva es un nombre que nos resulta familiar, lo conocemos como escritor, político, humorista, periodista y férreo comunista.

 

En 1984, a un año de la muerte de su autor, se publica en Colombia La piedra que era Cristo —o el evangelio según Miguel Otero Silva—, una obra que ofrece una forma distinta de leer la historia de Jesús. No solo transporta al lector a los sitios y momentos que envolvieron a Su Persona, añadiendo así un útil contexto histórico que el parco texto de la Biblia desoye, sino que también se atreve a abrirse paso en las conversaciones, los sentimientos y los pensamientos de sus protagonistas partiendo de las claves que nos sugiere la Palabra de Dios, pero sin intentar ofrecer un nuevo credo, respetando el Mensaje del evangelio.

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... este férreo marxista, al contrario de los fariseos que con habilidad retrata en su novela, supo ver más allá de las consignas institucionales —partidistas para él, religiosas para ellos— y comprender la pureza del Mensaje de Cristo.

 

Su título hace honor a los muchos pasajes del antiguo y nuevo testamento que se refieren a Jesús como una piedra, y a lo largo de sus páginas el autor explora la dualidad de esta característica. Es este un aspecto que debe interesarnos: Jesús es la piedra escogida por Dios para ser piedra angular y cimiento (Isaías 28:16), pero es también piedra de tropiezo y peña de escándalo (Isaías 8:14). Su Verdad como piedra del santuario nos protege, pero si nuestra rebeldía se empeña en ignorarla, se convierte entonces en razón de tropiezo, que puede llegar a ser bendición si tras la caída nos levantamos planteándonos una vida distinta.

 

Al leer La piedra que era Cristo me quedo siempre con la impresión de que Miguel Otero Silva experimentó también de manera personal esta dualidad, que este férreo marxista, al contrario de los fariseos que con habilidad retrata en su novela, supo ver más allá de las consignas institucionales —partidistas para él, religiosas para ellos— y comprender la pureza del Mensaje de Cristo. Seguramente tropezó en muchas ocasiones con esa piedra a lo largo de su vida, pero su último libro nos muestra que también supo levantarse, de otra forma cómo explicamos que Otero Silva haga suya la voz del Mesías para decirnos:

 

…el arrepentimiento no es una pesadumbre de mente ni una mueca de contrición, sino una práctica y una conducta. Rasgarse las vestiduras, cubrirse los cabellos de ceniza, golpearse el pecho con pedruscos, y verter arroyos de lágrimas, no basta para borrar el pecado y purgar los males cometidos. Arrepentirse es convertirse y revolucionarse, y mudar las escamas como las serpientes, y abandonar la oruga como las mariposas. Por añadidura os digo que la penitencia no es castigo ni sufrimiento sino gozo del hijo pródigo que retorna a los brazos del padre, alegría de la oveja perdida que es encontrada por su pastor.

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