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El Libro de horas
Rainer María Rilke
Ediciones dirección de cultura UCV
Caracas, Venezuela, 1988
02
El libro de horas
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... en el fondo de mi biblioteca, cubierto de polvo y soledad, me esperó con paciencia (¡Vaya una espera “rilkeana”!), y fue como encontrar un tesoro escondido.
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Rainer María Rilke ha sido uno de mis poetas favoritos desde la juventud, cuando me deleitaba con sus Elegías de Duino y sus Cartas a un joven poeta —que soñaba me escribía a mí—, libros a los que recurro con frecuencia y que la persona en quien me voy convirtiendo con el paso de los años redescubre como si sus manos nunca los hubieran sostenido, como si sus ojos no se hubieran posado en sus palabras.
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En mi juventud también adquirí otros libros de Rilke que sin embargo no leí hasta muchos años más tarde, El libro de horas es uno de ellos, que en el fondo de mi biblioteca, cubierto de polvo y soledad, me esperó con paciencia (¡Vaya una espera “rilkeana”!), y fue como encontrar un tesoro escondido.
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El libro de horas está dividido en tres partes: El libro de la vida monacal, El libro del peregrinaje y El libro de la pobreza y de la muerte. De los tres, mi favorito es el primero, donde Rilke encarna a un monje medieval, pintor de iconografía, y de su mano explora, en un diálogo franco, a un Dios ambiguo que no logra atrapar, ni con su arte, ni con su humano pensamiento:
Tú, vecino Dios, si a veces
en larga noche te molesto tocando recio
es porque raramente te escucho respirar
y sé: estás solo en la sala.
Y si necesitas algo, no hay nadie
que a tus tanteos acuda con un sorbo.
Yo siempre escucho. Da una leve señal.
Estoy muy cerca.
Sólo una delgada pared está entre nosotros,
por azar; porque podría suceder
un llamado de tu boca o de la mía…
y sin ruido alguno
se derrumba.